Dave Grohl: “Éramos fumetas, fracasados escolares y
ladronzuelos”
El rock está a salvo. Este hombre barbudo y melenudo es el
centinela del género. Visitamos la casa de Los Ángeles del líder de Foo
Fighters.
“Vamos a trabajar”…
No hay ni un solo consejero delegado de una gran empresa que entre en su sede
abriendo la puerta de una patada, eructando y luego mostrando la sonrisa de una
ardilla satisfecha. Pero es que Dave Grohl, director de Roswell Records –cuyo elenco
de grupos se limita a uno: su propia banda, los Foo Fighters– no es un
empresario al uso. Hoy, una atípica tarde húmeda en Los Ángeles, viste como lo
suele hacer habitualmente: informal, con vaqueros, zapatillas, camiseta y
camisa de trabajo. Parece menos una estrella de rock de éxito internacional que
un padre de familia (tiene dos niñas pequeñas, Violet y Harper, fruto de su
matrimonio con Jordyn) de 42 años. Esta mañana confiesa sentirse “como una
mierda”. La noche anterior los Foo Fighters tocaron un improvisado concierto en
el Troubadour de West Hollywood, regalando a las 100 personas del público una
actuación de tres horas con 35 canciones, la más larga de su historia. Grohl se
retiró a las 2 de la mañana, y se despertó a las 6 con el sonido de la pequeña
Harper golpeando dos cazuelas al pie de las escaleras. Han pasado cuatro años
desde que el anterior disco de los Foo Fighters, Echoes, silence, patience
& grace, les elevara al estatus de grupo de rock de estadio, y tres desde
sus triunfales conciertos en el estadio de Wembley.
En el ínterin, Grohl no hizo el vago: formó Them Crooked
Vultures junto a su amigo Josh Homme, de Queens of the Stone Age, y al bajista
de Led Zeppelin, John Paul Jones. El último disco de Foo Fighters, Wasting
light, es monumental, ruidoso, lleno de melodías. Es rock con R mayúscula. Los
puntos claves de interés son: que se hizo en un estudio montado para ello en el
garaje de la casa de Los Ángeles de Grohl (un garaje en el sentido de que se
puede aparcar no uno, sino una flota de coches en él); lo ha producido Butch
Vig, que grabó con Grohl hace 20 años en Nevermind; y el compañero de Grohl en
Nirvana, Krist Novoselic, aporta su elefantiásico bajo en un tema, I should
have known. El ambiente en el Studio 606 es de ajetreo y seriedad: un desfile
de cajas de transporte de equipo que entran y salen, guitarras y otras cosas
que se mandan aquí y allá. Localizado en una insulsa calle de Los Ángeles,
Grohl hizo construir Studio 606 para el grupo en 2004. Es un edificio de dos pisos
que contiene una oficina, un almacén y un estudio de grabación. Dentro, las
paredes están decoradas con recuerdos de los Foo Fighters y Nirvana y está
equipado como un club de chicos: pinball, máquinas de marcianitos, canasta de
baloncesto, teles de pantalla plana, etc.
Grohl me lleva a la sala de control del estudio. En un marco
sobre el sofá hay un cuadro con un Grohl de apariencia imperiosa en chaqueta de
esmoquin, del que se burlan los técnicos del grupo. Agarra un taburete, se pone
una jarra de café a la izquierda, una gorra de béisbol negra a su derecha y
pone sus pies en el sofá. Durante las siguientes dos horas, reflexiona sobre
asuntos personales y sobre los Foo Fighters.
- Una cosa que la vuelta de Foo Fighters pone de relieve es
la escasez de grupos de rock potente.
Los chavales de ahora son listos y dóciles. Una parte de mí
siente que los músicos de rock no son tan vivos y criminales como solían. Mi
generación, la que creció en los 80, éramos fumetas, fracasados escolares y
ladronzuelos. Tocábamos los fines de semana para olvidarnos de la mierda de
trabajos que teníamos. Nunca hubo opciones de hacer carrera, porque nadie
piensa que al tocar en un pequeño grupo de punk vas a vender un millón de discos.
Lo hacías para divertirte. También me he dado cuenta de que los grupos son más
bajitos ahora. ¿Qué coño ha pasado? Son personas pequeñas. No sé si será la
genética o la evolución… Recuerdo que los tíos en los grupos eran grandes.
Cuando estaba en Queens Of The Stone Age con Josh [Homme], Nick [Oliveri] y
Mark Lanegan, era como en la película Los amos de la noche, de 1979. Cuando
caminábamos los cuatro por el backstage, el pianista dejaba de tocar. Nadie
jodía a esos tipos. Eran hombres grandes.
- Tu grupo también es como de un tiempo pasado, en el
sentido de que vuestro éxito ha sido gradual y construido sobre las giras.
Hemos podido evitar muchos de esos obstáculos. Tío, si
hubiera querido, hubiera podido poner “Ex Nirvana” en cada puto disco que ha salido.
Pero no quise ni hablar de Nirvana durante dos años. Nirvana pasó de ir en
furgoneta a vender un millón de discos en un mes. Y éramos unos niños. Puedes
imaginar el efecto de eso en cualquiera. Así que no quería que pasara con este
grupo, eso te destruye. A lo largo de los años, ir a festivales y ver a esos
grupos más jóvenes… Son niños y están vendiendo millones de discos. Les miro y
me siento jodidamente mal por ellos. Luego pienso: “Yo hice eso”. Ahora soy el
puto viejo del festival, tengo el vello púbico gris y soy cabeza de cartel.
Estoy orgulloso de eso, también, mola. Pero el éxito repentino puede joderte.
Ahora, llego al backstage y veo que tenemos huevos Kinder y es como: “¡Sí,
joder!”.
- El primer disco de los Foo se hizo en seis días. El cuarto,
One by one, costó casi un millón de euros.
Sí. Bueno… las cosas son un poco más complicadas ahora, pese
a que intentemos que sean simples. Eh, nos gustaría hacer un concierto en un
club… Solíamos llegar a la sala en la furgoneta, meter nuestro equipo y
adelante. Ya no es así: una gigantesca organización coordina un concierto en un
club para 90 personas. Se convierte en algo ridículo. ¿Qué haces? Nos hemos
convertido en un grupo de rock la hostia de grande. No me quejo ni por un
segundo, me lo quedo, es la polla. Pero también es como raro.
- ¿De ahí lo de hacer el nuevo disco de Foo Fighters,
Wasting light, en tu garaje?
Supongo que una parte de mí pensó que, si el álbum
fracasaba, podía decir: “¿Qué? ¡Es un puto disco de garaje!”. ¿Por qué íbamos a
hacer el álbum más importante de nuestra carrera en mi garaje con equipo de
hace 30 años? Pero por eso es por lo que lo hicimos. Llenar dos veces Wembley
[Londres, en 2008] fue un gran momento para el grupo. Ya está, es lo más alto
que hemos llegado. Fue increíble. No había ambición de hacer carrera en 1994,
de pensar que íbamos a tocar en estadios. No fue así. Hicimos lo que pudimos
casi por eliminar ese tipo de expectación.
- ¿Qué recuerdos te trajo tener a Butch Vig y Krist
Novoselic en el estudio?
Krist y yo nunca habíamos estado en el estudio con Pat
[Smear, guitarrista de los Foo y ex músico de directo de Nirvana]; Butch no se
había sentado frente a una consola con nosotros desde 1991. Así que eso pendía
sobre nosotros todo el tiempo. No nos desanimó ni hizo que no fuera divertido,
pero estaba ahí. Cada vez que veo a Butch o Krist, eso pende sobre mi cabeza:
Nirvana. Es una conexión personal muy profunda por todas las cosas buenas que
pasaron y también por la muerte de Kurt. Es algo muy grande. Cuando juntas a
toda esa gente, puedes estar pasando la mejor noche de tu vida, pero eso está
ahí y no se puede negar.
La tarde anterior a la entrevista con Grohl pude ver el
documental Back and forth. Dirigido por James Moll, que ganó un Oscar en 1999
por The last days (su película sobre supervivientes del Holocausto), recorre la
historia de Grohl y los Foo Fighters. Desde que Grohl tocaba la batería con el
grupo de Washington de hardcore Scream, a Nirvana, a través de la muerte de
Kurt Cobain y hasta la grabación de Wasting light.
El documental está construido sobre imágenes de archivo y
entrevistas íntimas con miembros actuales y antiguos del grupo. Y abre viejas
heridas: al primer batería, William Goldsmith, aún le duele su obligada salida
durante la grabación del segundo disco, en 1997, The colour and the shape (¿La
razón? Se pensaba que no podía tocar tan bien como Grohl). En el documental,
Grohl se viene abajo recordando la muerte de Cobain y la sobredosis del batería
de los Foo, Taylor Hawkins, en el año 2000.
Las entrevistas también sugieren que Grohl no habla con su
grupo los asuntos más traumáticos y duros que recorren su historia. Tras haber
sido el guitarrista original de los Foo Fighters, el tema de la vuelta de Pat
Smear tras una década de ausencia no se ha tratado con su sucesor, Chris
Shiflett (ahora tocan los dos), y Hawkins afirma no tener ni idea de que Grohl
escribió la canción On the mend sobre él.
- El documental enfatiza que los Foo Fighters han estado
juntos durante 16 años.
Es difícil de creer. Vimos el documental hace unas semanas y
estábamos aterrorizados. Allí decimos cosas que nunca nos hemos dicho. Cosas
que, aún hoy, no quiero que nos digamos. Pero está ahí, a la vista de todos.
- No pareces especialmente cariñoso en el documental.
No, no lo soy. Sí con mi mujer. Y a veces con amigos íntimos
–Pat, Taylor–, pero no mayormente. No me gusta ponerme emotivo. Y no me gustan
los conflictos. Me gusta que la gente esté la hostia de feliz. No me interesan
las peleas.
- William Goldsmith no parece haberse recuperado de su
despido…
Eso fue duro. Ni siquiera lo cuento todo [en el documental],
pero casi. Tras la película nos miramos los unos a los otros y fue extraño:
pensar que he pasado tanto tiempo de mi vida con Pat. He pasado 16 años con
Nate [Mendel, bajista]. Y he pasado tanta mierda con Taylor [batería] en los
últimos 14 años… Y aún seguimos contentos. Y aún funciona. Es divertido, porque
nunca había pensado en nuestra historia como una especie de supervivencia del
espíritu humano. Creía que éramos un montón de imbéciles haciendo rock sin
querer parar. Tras ver el documental, pensé: “Dios, supongo que nos preocupamos
los unos por los otros”. Es raro para un montón de hombres sentarse a hablar
sobre lo mucho que se quieren.
Hablamos con el resto de los foo Fighters durante dos días:
Pat Smear, Taylor Hawkins y Nate Mendel en Studio 606; Chris Shiflett en su
casa, a media hora de Los Ángeles hacia la costa. Como Grohl, son todos
afables, aunque tengan sus particularidades.
Hawkins sólo podría ser batería: cuando se sienta siempre
marca un ritmo con las manos y los pies en cualquier objeto y/o parte de su
cuerpo; el guitarrista Smear está más cómodo hablando sobre Queen que sobre sí
mismo o su grupo, pero siempre lo hace con voz suave y afectada y fumando un
cigarrillo tras otro; Shiflett, también guitarra, se prepara para llevar a sus
dos hijos mayores de cámping (también como Grohl, son todos hombres
familiares), y da esa confianza como de un tipo que podría instalarte la
electricidad en casa.
Mendel, el bajista, que una vez comentó que no le reconocían
en los conciertos de su grupo, es el más articulado. También, inesperadamente,
es su arma secreta cómica: tiene las mejores frases del documental, y su
aparición como patinador de pantalones cortos ajustados en el vídeo de White
limo es bastante cómico. “Nate es el único del grupo que fue a la universidad”,
afirma Hawkins: “Está formado. Si no le conoces, dirías que no le gustas. En
los primeros dos años en el grupo, pensé que no le caía nada bien”. “Eso es
porque no me caía bien”, contesta Mendel.
- Describid la experiencia de ver el documental juntos.
(Pat Smear) Surrealista. Fue diferente la segunda vez,
viéndolo con mi mujer. Cada poco alguien se ponía en plan [se recuesta en el
sillón y mira fijamente a un compañero de banda imaginario]. No fue traumático,
sólo que hubo pequeñas… sorpresas.
(Nate Mendel) No fue tan incómodo como pensé que sería.
Sabía que Dave debía digerirlo de alguna manera. Se sintió fatal con la parte
en la que William deja el grupo. Dave sabe que William y yo seguimos siendo
íntimos [tocan juntos en Sunny Day Real Estate], y eso es algo que nunca hemos
resuelto. Espero que la película lo haya solucionado.
(Chris Shiflett) Fue casi como una terapia de grupo. Ser
parte de un grupo es complicado: hay egos y orgullo, y somos todos muy
testarudos.
- ¿Y nadie, menos aún Taylor, sabía que On the mend trataba
de él?
(Taylor Hawkins) No quiero saber nada de esa mierda. De
verdad que no. Lamentablemente esto va a ser parte de mi historia para siempre,
algo que me pasó a finales de mi veintena por idiota. Algunas cosas es mejor no
hablarlas.
El medio de transporte elegido hoy por Dave Grohl para ir al
colegio de sus hijas y acercarse al estudio es una furgoneta Transit blanca.
Recuerda la última vez que la llevó a lavar: como vive en una zona que fue
descrita por su agente inmobiliario como “de lujo”, el párking estaba lleno de
deportivos europeos. Mientras esperaba a que le dieran su furgoneta limpia,
cruzó la calle hasta una cafetería. Dos fans de Foo Fighters le reconocieron y
le hicieron una pregunta para saber quién ganaba una apuesta: “¿Había dejado en
el autolavado el Ferrari rojo o el Lamborghini amarillo?”.
- Mucha gente que surgió de las escenas grunge o hardcore de
los ochenta y los noventa parece sentirse culpable por tener éxito.
No me hables de la culpa. Honestamente, la culpabilidad y la
música no deberían tener nada que ver la una con la otra. Crecí dentro de la
escena punk rock y, desafortunadamente, había reglas. Se podría imaginar que
ése es el único lugar en el que estarías libre de ataduras. Pero se suponía que
no harías ciertas cosas. Como cuando me mudé por primera vez a Olympia,
Washington, a vivir con Kurt. La escena punk rock allí era tan claustrofóbica…
Todos estaban muy preocupados por no hacer algo mal. En mi caso, yo era un
músico. Adoraba a los Death Kennedys, Bad Brains, No Means No y toda esa mierda
punk rock, pero también me encantaban Foghat, Motörhead, Venom y los putos
ABBA. Nunca sentí esa culpabilidad, ¿sabes? Puedo ser majo con los Jonas
Brothers y a la vez con Bob Mould [ex líder de los rockeros Hüsker Dü]. Me
importa una mierda a qué suene tu banda, me puedo emborrachar contigo. El tema
de la culpa es… Por supuesto, le provocaba úlcera de estómago a Kurt. Tuvo
mucho que ver con lo incómodo que se sentía por el éxito de Nirvana. Pero, qué
cojones, a mí me daba igual.
- Pero el éxito conlleva responsabilidades, por supuesto: si
miras a tu alrededor hoy, se ve que das trabajo a mucha gente.
A veces pienso en ellos, porque quieres cuidar de todos.
Pero es muy fácil. Todos cuidamos de los demás. Llevamos trabajando juntos 15 o
20 años. Hay veces que tengo que tomar una decisión ejecutiva, pero así son las
cosas. No tengo problemas con eso. Si alguien está comportándose como un
gilipollas, le tengo que decir: “O paras o te vas”. Y normalmente la gente se
queda.
- Todos se refieren a ti como el hombre más encantador del
rock.
Honestamente, más que ambición creo que me provoca un
sentimiento de responsabilidad. Es como: “Joder, tengo que hacer esto”. No sé
por qué ni por quién. Estaba pensando en esto mientras conducía hasta aquí:
“¿Voy a continuar haciendo esto durante otros diez años?”. Tuve que levantarme
esta mañana después de cuatro horas de sueño, meterme en la ducha, llevar a mi
hija a la guardería, quedarme en una clase de “Mami y yo” y salir de allí para
reunirme con un director de cine. Me preguntó: “¿A qué hora puedo llamarte?”.
Le dije: “A las 12:18”. Me llamó a las putas 12:18 mientras iba de camino a un
McDonald’s. Entonces estaba conduciendo con las rodillas mientras hablaba por
teléfono y me comía un Big Mac. Entonces pensé: “¿Realmente esto va a ser así
el resto de mi vida?”. No sé cual fue la última vez que me senté en un
restaurante y almorcé con plato, cuchillo, tenedor y toda esa mierda. Hace
meses. ¿Podría simplemente parar? Quizás. Pero no sé si soy capaz. Lo quiero
ser todo para mi familia y todo para esta banda. Pero estas cosas… Joder, tío,
no sé si mi cuerpo puede afrontar todo lo que le estoy pidiendo que haga. Hay
veces que pienso: “Esto va a matarme. Voy a matarme, joder”.
- Podrías haber pasado los dos últimos años con tu familia,
pero te fuiste a tocar con Them Crooked Vultures.
Bien… Me gustaría hacerlo en algún momento. Cuando estoy en
casa, estoy totalmente volcado en mi familia. Por la mañana preparo la papilla,
cambio los putos pañales y llevo a las niñas al colegio. Por la noche, les baño
y les leo cuentos. Es lo que hago. Así que cuando salgo de gira, lo veo como un
trabajo. Y créeme que tengo que luchar contra ello cuando estoy fuera. Echo
mucho de menos a mi familia. Me puedo venir abajo en una gira porque echo de
menos a mis hijas.
- Tu padre os abandonó a ti y a tu madre cuando eras joven.
¿Hasta qué punto se puede atribuir a este tema de la responsabilidad el que tú
te convirtieras en el hombre de la casa a una edad temprana?
Él fue quien más me enseñó sobre responsabilidad. De verdad.
Dar un paso adelante y ocuparme de toda la mierda. Cuando Nirvana tuvo éxito,
él fue el primero en hablar conmigo. Porque su mejor amigo, su vecino de
enfrente en la pequeña ciudad de Ohio en la que creció, era Nick Ceroli, el
batería de Herb Alpert en The Tijuana Brass. Tuvo una carrera genial y murió de
un ataque al corazón en la cincuentena, totalmente roto. Así que mi padre
básicamente me dijo: “Éste es el plan: tienes que tratar cada cheque como si
fuera el último que fueras a recibir. Esto no va a durar”. Me acojonó. Cada
cheque que recibo hoy en día es como “ok, éste es el último”.
- ¿Qué tipo de líder eres?
Somos [coge una bate de béisbol y lo golpea contra el sillón
para enfatizar cada palabra] una… dictadura… benigna. Ya sabes, no me preguntes
a mí, pregunta a los demás. ¿Qué crees que voy a contestar? Creo que soy justo
y honesto. Me gusta tener contento a todo el mundo. Si quieres seguir con el
tema, supongo que estoy haciendo algo bien.
- ¿Cuándo fue la última vez que perdiste la corrección?
La semana pasada, con mi mánager, John Silva. No creo que
hubiera gritado tanto a alguien antes. Fui a por él. Y luego le llamé y me
disculpé.
Según Dave Grohl, la última vez que se paró a pensar en lo
surrealista que se había vuelto su vida fue en una fiesta en honor de un
veterano ejecutivo discográfico, Clive Davis. Se vio a sí mismo sentado entre
Whitney Houston, el cantante de R&B R. Kelly y el veterano crooner Barry
Manilow. “No sentía que ése fuese mi lugar”, considera: “Estaba feliz por estar
ahí, pero me siento como un extraño en esas fiestas”.
Ha actuado en la Casa Blanca en tres ocasiones desde que
Barack Obama llegó a la Presidencia. Aparecerá en la próxima película de los
Teleñecos, supuestamente reemplazando a Animal a la batería, cuando la
marioneta es obligada a asistir a clases de control de la ira. “Ya sabes, los
cuatro baterías más famosos en la historia de la música son Buddy Rich, John
Bonham, Keith Moon y Animal. Así que, que me propongan como aspirante a Animal
ha sido todo un hito en mi carrera”.
- ¿Qué le preguntas a Obama cuanto os veis?
“¿Qué pasa?”. No es broma. Él contestó: “Encantado de verte
de nuevo”. Si entrara en esta habitación ahora, nos saludaríamos como amigos,
es buen tipo.
- ¿Cuál es tu mayor miedo?
Perder a mis hijas.
- ¿Y de lo que más te arrepientes?
Mmmm… No haber sido capaz de salvar a Kurt o a Jimmy
[Swanson, amigo de la infancia de Grohl que murió de sobredosis en 2008].
- ¿Te planteas metas personales?
No sé. ¡Vaya! No tengo metas [se carcajea]. Es jodido. Creo
que la meta siempre ha sido la longevidad: intentar mantener esto sin que todo
se desmorone.
- ¿Cuál es la última cosa en la que piensas antes de
acostarte cada noche?
A qué hora tengo que levantarme. Hago el cálculo… Son las
10:45, tengo que levantarme a las 5… Eso es. Eso o: ¡Sexo!

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